La desesperación de los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD) los ha llevado a organizar alianzas, "contra natura", en distintos estados de la república donde se celebrarán elecciones locales este año. Ambas instituciones políticas buscan restarle poder al Partido Revolucionario Institucional en las zonas donde hasta hoy predomina. Claro, todo con miras al 2012 año de las elecciones presidenciales.
Hasta el momento no parece existir un político que le pudiera hacer sombra a Enrique Peña Nieto en la carrera presidencial. Entonces, el gobernador del Estado de México, y el mismo PRI, son los blancos que PRD y PAN quieren derribar a como dé lugar.
Hasta ahora los panistas y perredistas ya concretaron una alianza en Durango y en pocos días las oficializarán Hidalgo y Oaxaca.
Pero ¿de qué se queja el PRD y el PAN si ellos fueron los que dejaron crecer al PRI en los últimos tres años?. Sí, a partir del 2006 estas organizaciones olvidaron que en la política nacional existía el PRI, un partido con mucho colmillo y demasiada experiencia para gobernar.
Debemos recordar que en la elecciones presidenciales del 2006 el Revolucionario Institucional fue relegado como tercera fuerza política, una posición humillante para un partido que siempre había sido protagonista. En aquellos sufragios el PRI apenas alcanzó un paupérrimo 22.23% de la simpatía del electorado, 13 puntos abajo del candidato de la coalición por el bien de todos, Andrés Manuel López Obrador, quien obtuvo el segundo lugar de la contienda.
Luego de conocerse los resultados, que daban el triunfo al candidato panista Felipe Calderón, tanto el PRD y PAN se enfrascaron en una disputa por el poder, pues los del sol azteca reclamaban que los blanquiazules habían orquestado un fraude para quedarse con la presidencia. Mientras estos dos partidos debatían, peleaban, tomaban tribunas y se manifestaban con plantones en las calles, el PRI solamente se dedicó a hacer su trabajo y a planear su estrategia con mira a las siguientes elecciones. Durante esta batalla por la presidencia al PRD y PAN se les olvidó que existía el PRI.
Y no solamente eso, también los conflictos internos de ambos partidos contribuyeron al fortalecimiento del tricolor. Primero, los perredistas no se pusieron de acuerdo para elegir al presidente de su Comité Ejecutivo Nacional. La disputa entre los candidatos Alejandro Encinas y Jesús Ortega, fue tensa, pantanosa y terminó con muchos de sus militantes inconformes. Este suceso marcó el rompimiento entre las dos principales corrientes del perredismo. Hay que agregarle el distanciamiento que poco a poco fue marcándose entre el sol azteca y su candidato en el 2006, AMLO, a tal grado que este último le negó el apoyo a los candidatos del PRD en las elecciones del 2009 en algunas entidades del país.
Por otra parte el PAN también tuvo su disputa interna. Al llegar al poder, Felipe Calderón entró con la barredora y puso en su lugar a los militantes panistas que no eran afines a su corriente. De esta manera el presidente quitó a Manuel Espino como cabeza del CEN panista y a Santiago Creel lo relegó como coordinador de los senadores blanquiazules. Germán Martínez y Gustavo Madero entraron al quite. Esto levantó ámpula en la corriente foxista.
Nuevamente al PRD y al PAN se les olvidó que existía el PRI. Mientras panistas y perredistas se desgarraban con sus conflictos internos, el tricolor se unía, se preparaba, trabajaba en su interior, se fortalecía, "coyoteaba" para en el momento justo regresar triunfante a la escena política. Y lo logró.
En el 2009 el PRI se convirtió en la primera fuerza política en la cámara de diputados; recupero San Luis Potosí y Querétaro; después de 15 años regresó para gobernar Guadalajara, la segunda ciudad más importante del país; lo ganó todo en el Estado de México; en resumen, el gigante despertó, aquél que estuvo dormido por tres años mientras sus contrincantes se desgarraban entre sí.
En pocas palabras, el PRD y el PAN tuvieron al PRI en la lona en 2006, al borde del precipicio, pero su forma de gobernar y sus disputas internas le permitieron regresar al tricolor. Con un tercer lugar en una elección el PRI parecía borrado del mapa, herido de gravedad, pero panistas y perredistas no quisieron darle la estocada final. Aquí sí aplica el dicho "Si tú no matas al bicho, el bicho te va a matar a ti". Ahora PRD y PAN quieren unirse para derribar a ese bicho, llamado PRI, que ahora los tiene muy lastimados.
Hasta la Próxima
Hasta el momento no parece existir un político que le pudiera hacer sombra a Enrique Peña Nieto en la carrera presidencial. Entonces, el gobernador del Estado de México, y el mismo PRI, son los blancos que PRD y PAN quieren derribar a como dé lugar.
Hasta ahora los panistas y perredistas ya concretaron una alianza en Durango y en pocos días las oficializarán Hidalgo y Oaxaca.
Pero ¿de qué se queja el PRD y el PAN si ellos fueron los que dejaron crecer al PRI en los últimos tres años?. Sí, a partir del 2006 estas organizaciones olvidaron que en la política nacional existía el PRI, un partido con mucho colmillo y demasiada experiencia para gobernar.
Debemos recordar que en la elecciones presidenciales del 2006 el Revolucionario Institucional fue relegado como tercera fuerza política, una posición humillante para un partido que siempre había sido protagonista. En aquellos sufragios el PRI apenas alcanzó un paupérrimo 22.23% de la simpatía del electorado, 13 puntos abajo del candidato de la coalición por el bien de todos, Andrés Manuel López Obrador, quien obtuvo el segundo lugar de la contienda.
Luego de conocerse los resultados, que daban el triunfo al candidato panista Felipe Calderón, tanto el PRD y PAN se enfrascaron en una disputa por el poder, pues los del sol azteca reclamaban que los blanquiazules habían orquestado un fraude para quedarse con la presidencia. Mientras estos dos partidos debatían, peleaban, tomaban tribunas y se manifestaban con plantones en las calles, el PRI solamente se dedicó a hacer su trabajo y a planear su estrategia con mira a las siguientes elecciones. Durante esta batalla por la presidencia al PRD y PAN se les olvidó que existía el PRI.
Y no solamente eso, también los conflictos internos de ambos partidos contribuyeron al fortalecimiento del tricolor. Primero, los perredistas no se pusieron de acuerdo para elegir al presidente de su Comité Ejecutivo Nacional. La disputa entre los candidatos Alejandro Encinas y Jesús Ortega, fue tensa, pantanosa y terminó con muchos de sus militantes inconformes. Este suceso marcó el rompimiento entre las dos principales corrientes del perredismo. Hay que agregarle el distanciamiento que poco a poco fue marcándose entre el sol azteca y su candidato en el 2006, AMLO, a tal grado que este último le negó el apoyo a los candidatos del PRD en las elecciones del 2009 en algunas entidades del país.
Por otra parte el PAN también tuvo su disputa interna. Al llegar al poder, Felipe Calderón entró con la barredora y puso en su lugar a los militantes panistas que no eran afines a su corriente. De esta manera el presidente quitó a Manuel Espino como cabeza del CEN panista y a Santiago Creel lo relegó como coordinador de los senadores blanquiazules. Germán Martínez y Gustavo Madero entraron al quite. Esto levantó ámpula en la corriente foxista.
Nuevamente al PRD y al PAN se les olvidó que existía el PRI. Mientras panistas y perredistas se desgarraban con sus conflictos internos, el tricolor se unía, se preparaba, trabajaba en su interior, se fortalecía, "coyoteaba" para en el momento justo regresar triunfante a la escena política. Y lo logró.
En el 2009 el PRI se convirtió en la primera fuerza política en la cámara de diputados; recupero San Luis Potosí y Querétaro; después de 15 años regresó para gobernar Guadalajara, la segunda ciudad más importante del país; lo ganó todo en el Estado de México; en resumen, el gigante despertó, aquél que estuvo dormido por tres años mientras sus contrincantes se desgarraban entre sí.
En pocas palabras, el PRD y el PAN tuvieron al PRI en la lona en 2006, al borde del precipicio, pero su forma de gobernar y sus disputas internas le permitieron regresar al tricolor. Con un tercer lugar en una elección el PRI parecía borrado del mapa, herido de gravedad, pero panistas y perredistas no quisieron darle la estocada final. Aquí sí aplica el dicho "Si tú no matas al bicho, el bicho te va a matar a ti". Ahora PRD y PAN quieren unirse para derribar a ese bicho, llamado PRI, que ahora los tiene muy lastimados.
Hasta la Próxima
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