Cada vez que se presenta un nuevo proyecto de infraestructura para beneficio de la sociedad de Jalisco reafirmo mi tesis de que el pueblo jalisciense, pero en especial sus gobernantes, somos muy indecisos.
Me baso en esto porque ahora resulta que con el tan ansiado Plan de Movilidad Urbana para la ciudad de Guadalajara se pretende implementar un tren de levitación magnética. Para ello, el alcalde Jorge Aristóteles Sandoval y el gobernador del estado, Emilio González Márquez, viajaron a Atlanta “para analizar la viabilidad económica del proyecto en la ciudad”. En resumen, otro viaje para realizar otro estudio y hacer otra vez lo mismo. Nada.
Recordemos que durante este Plan de Movilidad Urbana, que al parecer tiene de todo menos planeación, se han presentado proyectos como la expansión del servicio de hasta cuatro líneas del Macrobús; una nueva ruta para el Tren Ligero que llegaría hasta Tlajomulco; inclusive se llegó a hablar de una red de Aerobús para la Zona Metropolitana de Guadalajara. ¿Y qué pasó con todos esos planes?, pues al parecer nada. Como en la mayoría de los casos sólo se quedaron en un “ambicioso proyecto que ayudaría a la movilidad en la ciudad”. Una clara muestra de la nula capacidad de tomar decisiones de la clase política.
Si todavía no se convencen de que los políticos en Jalisco son indecisos, recordemos el caso del estadio de Atletismo para los Juegos Panamericanos del 2011. Sí, ese inmueble que tuvo hasta tres sedes antes de llegar a la que se supone es la definitiva, la zona de La Curva en Zapopan.
Pero ¿por qué nuestros gobernantes no tienen la capacidad para tomar las decisiones que benefician o afectan a los jaliscienses? Simple, porque viven en la cultura de la improvisación, porque desconocen todos los factores ambientales o sociales que implica realizar una obra de gran magnitud. En pocas palabras, desconocen el significado de la palabra Plan y todas sus derivaciones. La Real Academia de la Lengua Española, define este término como el “modelo sistemático de una actuación pública o privada, que se elabora anticipadamente para dirigirla y encauzarla”. Precisamente hace falta eso. Los políticos deben conocer a fondo el contexto que conllevan las magnas obras para anticiparse a todas las problemáticas que pudieran presentarse y realizar los proyectos de la manera más correcta posible. Sobre todo, no cambiarlos al fast track por la premura del tiempo.
Nada más imaginemos al estado con todos los proyectos que a menudo se presentan con “bombo y platillo” y que no se realizan o no se les ve futuro, sin duda tendríamos una entidad de primer mundo. Entre ellos la Torrena que se construiría sobre la avenida López Mateos; la edificación de varios edificios en la confluencia de Periférico y Calzada Independencia con la llama Puerta Guadalajara; y la tan ansiada rehabilitación del centro de Guadalajara con el impulso de las Villas Panamericanas situadas en el Parque Morelos; y así entre muchas otras. Lo más seguro que proyectos como la línea tres del Tren Ligero, la Vía Exprés sobre avenida Inglaterra, el proyecto de Chalacatepec, el Plan Maestro de Movilidad no Motorizada, entre otros, correrán la misma suerte. El olvido.
Un dato. La ciudad de Guadalajara tuvo cuatro fundaciones en su historia: Nochistlán en 1531, Tonalá en 1533, Tlacotán en 1535 y el Valle de Atemajac en 1542. ¿Acaso la indecisión de los políticos es cuestión de genética?
Me baso en esto porque ahora resulta que con el tan ansiado Plan de Movilidad Urbana para la ciudad de Guadalajara se pretende implementar un tren de levitación magnética. Para ello, el alcalde Jorge Aristóteles Sandoval y el gobernador del estado, Emilio González Márquez, viajaron a Atlanta “para analizar la viabilidad económica del proyecto en la ciudad”. En resumen, otro viaje para realizar otro estudio y hacer otra vez lo mismo. Nada.
Recordemos que durante este Plan de Movilidad Urbana, que al parecer tiene de todo menos planeación, se han presentado proyectos como la expansión del servicio de hasta cuatro líneas del Macrobús; una nueva ruta para el Tren Ligero que llegaría hasta Tlajomulco; inclusive se llegó a hablar de una red de Aerobús para la Zona Metropolitana de Guadalajara. ¿Y qué pasó con todos esos planes?, pues al parecer nada. Como en la mayoría de los casos sólo se quedaron en un “ambicioso proyecto que ayudaría a la movilidad en la ciudad”. Una clara muestra de la nula capacidad de tomar decisiones de la clase política.
Si todavía no se convencen de que los políticos en Jalisco son indecisos, recordemos el caso del estadio de Atletismo para los Juegos Panamericanos del 2011. Sí, ese inmueble que tuvo hasta tres sedes antes de llegar a la que se supone es la definitiva, la zona de La Curva en Zapopan.
Pero ¿por qué nuestros gobernantes no tienen la capacidad para tomar las decisiones que benefician o afectan a los jaliscienses? Simple, porque viven en la cultura de la improvisación, porque desconocen todos los factores ambientales o sociales que implica realizar una obra de gran magnitud. En pocas palabras, desconocen el significado de la palabra Plan y todas sus derivaciones. La Real Academia de la Lengua Española, define este término como el “modelo sistemático de una actuación pública o privada, que se elabora anticipadamente para dirigirla y encauzarla”. Precisamente hace falta eso. Los políticos deben conocer a fondo el contexto que conllevan las magnas obras para anticiparse a todas las problemáticas que pudieran presentarse y realizar los proyectos de la manera más correcta posible. Sobre todo, no cambiarlos al fast track por la premura del tiempo.
Nada más imaginemos al estado con todos los proyectos que a menudo se presentan con “bombo y platillo” y que no se realizan o no se les ve futuro, sin duda tendríamos una entidad de primer mundo. Entre ellos la Torrena que se construiría sobre la avenida López Mateos; la edificación de varios edificios en la confluencia de Periférico y Calzada Independencia con la llama Puerta Guadalajara; y la tan ansiada rehabilitación del centro de Guadalajara con el impulso de las Villas Panamericanas situadas en el Parque Morelos; y así entre muchas otras. Lo más seguro que proyectos como la línea tres del Tren Ligero, la Vía Exprés sobre avenida Inglaterra, el proyecto de Chalacatepec, el Plan Maestro de Movilidad no Motorizada, entre otros, correrán la misma suerte. El olvido.
Un dato. La ciudad de Guadalajara tuvo cuatro fundaciones en su historia: Nochistlán en 1531, Tonalá en 1533, Tlacotán en 1535 y el Valle de Atemajac en 1542. ¿Acaso la indecisión de los políticos es cuestión de genética?
Hasta la Próxima
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